jueves, 7 de enero de 2010

MONSANTO, con "M" de muerte.


Donde Monsanto clava sus garras, siembra dependencia, concentración de tierras, expulsión de agricultores familiares, contaminación, enfermedad, destrucción del medio ambiente y muerte.
A fines de los años 40 Monsanto fabricaba herbicidas a base de dioxina, sustancia altamente contaminante que causó la muerte de muchos campesinos. Con esos pergaminos pocos años después el gobierno de EEUU cierra operaciones con la multinacional para la fabricación de armas químicas, entre ellas el "agente naranja" usado en Vietnam. Destruyeron bosques, campos de arroz, cosechas enteras, envenenaron las aguas y provocaron graves daños al medio ambiente, además de envenenar a la población y provocar enfermedades como cáncer y defectos de nacimiento. Treinta años después, aún hay casos de niños que nacen con deformidades provocadas por el contacto de las madres con estas sustancias. Así colaboró Monsanto con con "la vida", y hoy usa el lema "Alimento, Salud, Esperanza" para "venderse" ante los incautos del mundo.



Ahora, es la principal productora de semillas y controla gran parte del sistema agroalimentario. Este consiste en una estructura de redes a nivel mundial, que implica el uso de insumos, la producción, el procesamiento y el mercadeo de bienes agroalimentarios. Todo ello deriva en una cadena de agronegocios, hoy dominada y dirigida por grandes empresas transnacionales. Lo que buscan las compañías como Monsanto es tener el control total del sistema agroalimentario en el mundo. Actualmente, este sistema es monopolizado por unas cuantas empresas, entre las que destacan Monsanto, Cargill, Nestlé, Unilever y ConAgra.

El control corporativo es una de las estrategias y objetivos principales de las transnacionales. Existen solo un puñado de empresas que producen transgénicos y Monsanto es la más grande de ellas, ya que es responsable del mayor porcentaje de cultivos transgénicos en el mundo. Por primera vez en la historia existe tal concentración, en términos de una empresa que domina de esa forma un mercado tan fundamental para la sociedad como es el rubro de los alimentos. En 1980 existían en el mundo alrededor de 7 mil empresas semilleras para uso comercial; desde hace una década, las empresas de punta en la producción de agroquímicos, como Monsanto, Dupont y Bayer, comenzaron un proceso acelerado de compra de compañías semilleras. De este modo comenzaron a promover la venta de semillas transgénicas y sus agrotóxicos en forma de paquete, ya que más de los dos tercios de transgénicos en el mercado son resistentes a sus agrotóxicos. Actualmente, las 10 empresas semilleras más grandes acaparan el 55% de la venta de semillas de uso comercial. Monsanto es la tercera empresa semillera más grande del mundo, a la vez que ocupa el cuarto lugar en agroquímicos, pero es la primera en cuanto a transgénicos.

Sólo 5 empresas controlan el mercado de transgénicos en el mundo y de estas, la Compañía Monsanto tiene más del 90% del mercado de las plantas transgénicas; las otras cuatro empresas son Aventis, Syngenta (antes Novartis), BASF, DuPont y Dow. Estas empresas también producen el 60% de los plaguicidas y el 23% de las semillas comerciales que se venden en el mundo. La mayoría de los transgénicos están diseñados para que tengan que utilizar los agroquímicos de la misma empresa que los produce. Así venden transgénicos y agroquímicos, todo en el mismo paquete. Esto es un negocio redondo.

Monsanto es la principal productora de semillas transgénicas en el mundo. Estas semillas tienen genes patentados, esto quiere decir que los campesinos tienen que pagar a la empresa cada vez que las siembran; en caso de que no le paguen, Monsanto puede demandarlos por utilizar ilegalmente sus productos. Esto impide que los campesinos puedan guardar las semillas para la siguiente cosecha como se hace tradicionalmente en el campo mexicano, y en diversas partes del mundo.
De este modo, Monsanto patenta la vida, modifica genéticamente plantas y animales, fabrica virus y bacterias y luego vende paquetes tecnológicos que tienen como objetivo obligar a los campesinos de los países pobres a comprar todos los años las semillas, y todo lo que se necesita para cuidarlas y mantenerlas, principalmente los agroquímicos producidos por la misma empresa. Así vemos que a la compañía Monsanto no le interesa acabar con el hambre en el mundo, tampoco la salud humana o el medio ambiente. A Monsanto el único beneficio que le interesa es el suyo.

¿Se acuerdan de la consigna "Liberación o Dependencia"?, de ésto de trataba...

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